Italia y sus socios en la Triple Alianza no aceptaron la inclusión de una garantía sobre Cuba en la renovación de los acuerdos mediterráneos con España, vigentes desde 1887. Cánovas hubo de admitir que España estaba sola frente a lo que pudiera suceder en las Antillas. Los intereses de Italia y del Reino Unido eran complementados. Inglaterra, adversaria de Francia y Rusia en África, Extremo Oriente y el Mediterráneo, no tenía buenas relaciones con Alemania. En Berlín esperaban que rusos y franceses apostaran por la paz, tras declarar que eran aliados.
El artículo examina el valor que se daba a España en la Europa del 98. Desde esa perspectiva, tiene en cuenta primero, la imagen de España que se percibe en Italia y Francia, cada una en un bloque distinto; segundo, las decisiones de política exterior que se toman en España y tercero, el juicio que sobre su situación interna hacen los gobiernos europeos, cuando todos ellos reconocían que aislarse era un error.
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